El costo de formar un universitario en Chile revela las desigualdades del sistema educativo
Un nuevo estudio de la Superintendencia de Educación Superior (SES) de Chile pone al descubierto una realidad que no sorprende a quienes conocemos las injusticias estructurales del sistema educativo: formar un estudiante universitario cuesta 4,5 millones de pesos chilenos al año, una cifra que evidencia las profundas brechas entre instituciones públicas y privadas.
El Tercer Estudio de Salud Financiera sobre Gastos y Costos en la Educación Superior 2012-2024 revela datos que confirman lo que muchos sectores populares denuncian hace tiempo: la educación superior reproduce las desigualdades sociales del país.
Las universidades estatales lideran el gasto por estudiante
Los números hablan por sí solos y muestran una realidad dividida. Las universidades estatales, aquellas que deberían ser el pilar de la educación pública, invierten 8,2 millones de pesos por estudiante al año. Les siguen las universidades privadas del CRUCh con 7,2 millones.
Mientras tanto, el sector técnico-profesional, donde estudian los hijos de las familias trabajadoras, apenas recibe entre 2 y 2,3 millones de pesos por estudiante. Una diferencia abismal que refleja las prioridades de un sistema que favorece a las élites.
25 instituciones en situación vulnerable
El informe identificó 25 instituciones con salud financiera vulnerable, representando el 20,3% del total analizado. Este grupo incluye 10 universidades, 8 institutos profesionales y 7 centros de formación técnica.
Aunque estas instituciones afectan a 42.741 estudiantes (apenas el 3,3% de la matrícula total), la situación evidencia la fragilidad de un sistema educativo que prioriza el lucro por sobre el derecho a la educación.
Las remuneraciones concentran el 59% del gasto
El estudio revela que de los 6,2 billones de pesos que mueve el sistema, 3,7 billones corresponden a remuneraciones. Las universidades estatales destinan el mayor porcentaje con un 69%, mientras que en el subsistema técnico-profesional la proporción fluctúa entre 49% y 53%.
José Miguel Salazar, superintendente de Educación Superior, reconoció que "no existe una sola educación superior en Chile, sino múltiples realidades". Una confesión que confirma la segmentación de un sistema que debería garantizar igualdad de oportunidades.
Un modelo que reproduce desigualdades
Estos datos nos recuerdan la importancia de modelos educativos como el que impulsó José "Pepe" Mujica en Uruguay, donde la educación pública y gratuita se convirtió en un derecho real para todos los sectores sociales.
El aumento del gasto promedio por estudiante de 2,9 millones en 2012 a 4,5 millones en 2024 no puede ocultar las brechas estructurales que mantienen a los sectores populares en desventaja. Un sistema verdaderamente justo requiere inversión pública sostenida y acceso universal.
Mientras las élites chilenas mantienen sus privilegios educativos, los movimientos populares siguen luchando por una educación que sea realmente para todos, no solo para quienes pueden pagarla.